miércoles, 1 de julio de 2009

como cuando microbuseas

Muchas cosas he visto y vivido en los microbuses de esta ciudad, cada persona, cada individuo, cada pasajero que aborda uno de estos vehículos tiene algo diferente que contar, todos parecemos zoombies, a menos de que viajes con algún conocido los demás simplemente son personas apartadas que no interactúan pero que tienen a veces el mismo destino...
-como aquella vez que una señora subió con sus cuatro niños y uno en brazos, nunca supe ni sabré si eran de ella todos...
-como cuando se subió un chavo con su guitarra y éramos escazos cinco pasajeros, lo que no impidió que cantara dos canciones muy bien entonadas diría yo...
-como por la tarde en que un señor de sombrero comenzó a cantar desde su asiento para después recibir de casi todos una moneda...
-como de aquella señora que se le pasó la parada y empezó a decir "Dios santo de mi vida, ¿y ahora qué hago?" en voz alta y casi gritando...
-como hace una semana una chava tomó el microbús al mismo tiempo que yo y de regreso volvimos a coincidir en el regreso...
-como cuando los choferes no hacen la parada cuando se las pides porque el siguiente semáforo está en verde y la verdad no los culpo, hay que aprovechar la circulación vehicular...
-como del jueves pasado que el microbús no tenía dos vidrios y comenzó a llover provocando que me mojara y el asiento libre de mi lado izquierdo se encharcara, cosa que no me molestó, pero a los demás pasajeros que venían parados sí...
-como cuando siempre he observado que los pasajeros se rehúsan, en su mayoría, a ocupar los asientos de la ventana y los que se encuentran justo en las llantas traseras del microbús...
-como de aquella ocasión en que casi me caigo para enfrente del gran frenón que dio el cuidadoso chofer...
-como aquellos choferes que dan gusto que te toquen porque son chidos y siempre tienen un saludo a la hora que te subes...
-como de las mujeres, a quienes admiro, por irse maquillando en pleno viaje a sus trabajos, escuelas o casas...
-como los weyes que se hacen weyes y ocupan los asientos destinados para los discapacitados...
-como los weyes que se hacen aún más weyes para no dar el asiento a las mujeres...

Y así podría seguir enlistado un sinfín de historias que se viven en estos vehículos que al fin de cuentas son de gran necesidad sin importar el buen o mal uso que le den sus choferes, al fin de cuentas, todos vamos al mismo destino, y si no, mínimo sabemos que tomamos la misma ruta para llegar...

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