te duermes... una... dos... tres... cuatro de la mañana y el sueño no llega... le intentas abrir las puertas con una lectura atrasada de un libro que ni siquiera te acordabas pero que viste tirado a un lado de tu refrigerador y se te antojó saber el final de gabriel, el personaje central de la novela, que para colmo no entiendes... nada es para tanto lees en la portada del libro de 150 páginas que para tí fueron una eternidad... terminas... apagas la luz... intentas dormir... carajo! piensas... te levantas... enciendes la luz... enciendes un cigarro... ves el humo que se pierde con el color de tus paredes y piensas que le hacen falta un poco de color... terminas... te acuestas... apagas una vez más la luz... escuchas risas a lo lejos... alguien más no puede dormir... cierras los ojos... piensas en nada... en blanco... tu mente repite la hora de despertar... 8:15... ya es hoy, piensas... los ojos te arden... el cabello está levantado... tú no... las noticias suenan... una entrevista... pronóstico de calor en el día... frío de noche... carajo! una vez más... lo que odias tanto... te ves al espejo... no te reconoces... ves tus dientes... los lavas... la cara también... tienes un dolor en el estómago... no es de hambre... no es de enfermedad... es de vacío... miras el ropero... no hay ropa... no para esa ocasión... no combinas... no te vistes bien... eres más informal... exageras... te odias... sientes que te molestará... te vale madres... tomas tu pesada mochila... dos libros... una libreta... tu computadora personal... un lapicero... y la carga de un nuevo día... que no sabes cómo terminará...