lunes, 14 de abril de 2008

sí... era rojo...


es rojo mamá... es rojo... te lo aseguro... se me quedó viendo un segundo... después me dio la espalda... no le ví bien la cara... pero te aseguro que es rojo... como aquél cosmético que te pones en la boca... así... justamente así... lo aseguro... era rojo... no le ví la cara... pero puedo asegurar que sus mejillas eran rojas... al igual que su cabello... me miró... yo no le ví... pero aseguro que es rojo... su playera también... se fue alejando cada vez más... y creo que pronunciaba mi nombre... yo lo quiero volver a ver... pues algo me dice que lo he conocido desde antes... no sé por qué... pero algo me dicta que ya lo conozco... es rojo mamá... te lo aseguro... nunca había sentido tanta paz... sus ojos son grandes... pero no rojos... en cambio él sí era rojo... un rojo intenso que se perdía con su sangre... sangre?... sí sangre... sangre que le corría por la mano... por la frente... por el pecho... es rojo... lo aseguro... aunque ahora... creo que ya no estoy tan seguro... de tanto que te lo he dicho... puedo asegurar que su sangre era verde...

ya mañana será...


te duermes... una... dos... tres... cuatro de la mañana y el sueño no llega... le intentas abrir las puertas con una lectura atrasada de un libro que ni siquiera te acordabas pero que viste tirado a un lado de tu refrigerador y se te antojó saber el final de gabriel, el personaje central de la novela, que para colmo no entiendes... nada es para tanto lees en la portada del libro de 150 páginas que para tí fueron una eternidad... terminas... apagas la luz... intentas dormir... carajo! piensas... te levantas... enciendes la luz... enciendes un cigarro... ves el humo que se pierde con el color de tus paredes y piensas que le hacen falta un poco de color... terminas... te acuestas... apagas una vez más la luz... escuchas risas a lo lejos... alguien más no puede dormir... cierras los ojos... piensas en nada... en blanco... tu mente repite la hora de despertar... 8:15... ya es hoy, piensas... los ojos te arden... el cabello está levantado... tú no... las noticias suenan... una entrevista... pronóstico de calor en el día... frío de noche... carajo! una vez más... lo que odias tanto... te ves al espejo... no te reconoces... ves tus dientes... los lavas... la cara también... tienes un dolor en el estómago... no es de hambre... no es de enfermedad... es de vacío... miras el ropero... no hay ropa... no para esa ocasión... no combinas... no te vistes bien... eres más informal... exageras... te odias... sientes que te molestará... te vale madres... tomas tu pesada mochila... dos libros... una libreta... tu computadora personal... un lapicero... y la carga de un nuevo día... que no sabes cómo terminará...

quiero...


quiero esa pelota grande de colores cambiantes que rueda por el pasillo de la casa de la abuela... ella se dignó a levantarla hasta lo más alto... en su armario de cuatro llaves y un listón... sus lentes me ven porque sus ojos son pequeños... casi imperceptibles... el cuento que ayer me leyó decía cosas de Dios... aun así quiero esa pelota... aquella con la que sé que nunca dejaré de ser niño... con la que nunca tendré que crecer y ver el mundo de otra forma... con la que rodaré por la playa cuando mi padre regrese... con la que recibiré a mi madre de su viaje... quiero esa pelota... no sé cómo lo lograré... sé que está muy lejos de mi alcance... sé que tengo que ser más grande para tenerla... pero no quiero crecer... la abuela me lo ha dicho muchas veces... me lo repite a diario... yo quiero ser un niño por siempre... ella no me cree... yo le creo a sus cuentos... pero no quiero crecer... lo único que quiero es esa pelota de colores cambiantes que rueda por el pasillo de la casa de la abuela... ella no lo entiende... yo no quiero crecer... porque en realidad lo que ella no sabe... es que yo ya crecí...

aquí amanezca por favor...


son las once de la mañana... la cabeza te da vueltas y despiertas en una cama que no es tuya... dos personas más te acompañan en el descanso... sabes que llegaste una noche antes... pero no cómo... el celular suena... no haces caso... vuelve a sonar... y sabes que algo malo sucede... no tomas importancia... no es tuyo... vas al baño... no te reconoces... los ojos pequeños y el cabello alborotado... sabes que alguien más es tu reflejo... tienes hambre... y sales al encuentro del alimento... un carrito... dos carritos... mucha gente... mucho ruido... muchos carros... mucho aire... demasiado... exagerado... más del que puedes respirar... una pastilla... dos... un refresco de cola... quizás tres me calmen... la cabeza tiene dinamita... a punto de estallar... el niño llora... abre la boca... ves sus anginas... tiene fuerza... la tuya la perdista una día antes... ¿dónde estás?... quieres correr... ya no tienes dinero... volteas... regresas... suena tu celular... no contestas... suena otra vez... no lo escuchas... suena tantas veces sea necesario... contestas... el limosnero te ve... lo ves con ojos de caridad... en realidad no lo ves... la gente camina... te atropella... regresas más... ahí están... las dos personas te esperan... no sabían dónde estabas... qué pasó?... te dignas a cuestionar... nadie sabe nada... se voltean a ver todos... sabes que quizás el efecto aun no acaba... y que el mundo donde aun estás al otro día desaparecerá...

una... dos... atrás...


comes una hamburguesa... sientes que la comida es cara... ves hacia la ventana del lugar y sientes náuseas de embarazada... piensas que mañana quizás comas mejor... o no... ves a otros iguales a tí... y a la mayoría iguales entre sí... quieres cambiar y sentirte igual... no sabes qué hacer... miras hacia arriba y ves una araña en el techo... piensas que la araña te ve pero no te importa... lo único que quieres es hablar de esa persona que no sabe de tu existencia... quieres gritar y salir corriendo sin pagar la cuenta... la cuenta ya está pagada... lo que quieres es una excusa... una excusa que no te deje ser lo que eres... quieres cambiar... pero sabes que es demasiado tarde... la vida es tan corta para trata de ser otra persona...